sábado, 29 de mayo de 2010

Llovía.-

--Estoy viendo cosas raras--dijo ella.
--Decime--rogó él.
--No puedo. No las puedo explicar, no me entenderías.
--Dale... decime.
--No.
--¡Qué mala que sos!
--Está bien... ¿viste aquél edificio? Lo veo viejo. Vi una luz naranja por la ventana, una persiana maltrecha y ajada, y justo pasó el tren e hizo ruido. Y el resto de las persianas, cerradas. Eso: de repente vi todo viejo.
--...
--...
--Ja. Ja, ja.
--¿No te das cuenta de que todo parece antiguo hoy? Todo parece viejo. Es más: juraría que todo está igual desde que vos y yo nacimos.
--Pero eso no significa que todo esté viejo --la calmó él--. Significa simplemente que fue hecho hace tiempo.
--Eso es lo mismo que algo que es viejo.
--No, no es lo mismo. En todo caso, los viejos somos nosotros.
--...

Y ellos se conocían desde hacía tiempo.

3 comentarios:

  1. Jajaja, sos el protagonista de todos mis cuentossssss...

    No, ésta surgió de la charla con otra gentuza. Pero me hiciste acordar que una vez, en La Plata, nos pusimos a descifrar que sucedía adentro de las casas por las persianas y ventanas que tenían... evidentemente, tengo algún problema con eso.

    Quiérote!

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  2. Aca estoy, leyendote. Me encantas! Dejé mi huella por aca...



    Vicko.

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